18 sept 2013

Carlitos no sabe contar



A Carlitos no le gustaban las matemáticas. Les tenía pánico. Cuando el número pasaba de diez, Carlitos se ponía nervioso porque ya no podía seguir contando con los dedos.
-¡Me faltan dedos para tantos números! –decía.
-Pero vamos a ver, ¿entonces cómo vas a contar hasta veinte? Tendrás que aprender –le dijo su maestra.
Así pues, el niño pasó una semana preocupado por las matemáticas. ¿Qué podría hacer? Mañana era el examen…
Al día siguiente, todos miraban a Carlitos con los ojos como platos: ¡había venido con chanclas en pleno invierno!
-Pero Carlitos, ¡¿qué haces así vestido con el frío que hace?! –le preguntó, atónito, uno de sus amigos.
-Vengo preparado para el examen –contestó, moviendo los dedos de los pies, sonriente.
Así, el pequeño comenzó a hacer el examen. Las primeras preguntas fueron fáciles (porque podía contar con las manos), pero cuando tuvo que sumar una cifra superior a diez, entonces empezó a contar con los dedos de los pies (que los tenía ya helados).
¡Qué idea más buena! Ahora podía contar hasta veinte sin preocuparse de que le faltaran dedos. ¿Por qué no se le había ocurrido antes?
Cuando Carlitos estaba a punto de acabar, vio una pregunta muy difícil que no se podía contar ni con las manos ni con los pies juntos, así que, sacó todo lo que tenía en el estuche para contar: lápices, gomas, el sacapuntas…, pero nada, aún le faltaban números. Entonces, Carlitos se arrancó varios pelos de la cabeza. Seis, siete, ocho y nueve. ¡Por fin pudo sumarlos todos!
Al entregar el examen, el niño se enteró de que había miles y millones de números; los había infinitos. Desde ese momento, Carlitos decidió que las matemáticas las había inventado un loco y que sólo servían para complicar la vida.


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