Si no hay ilusión,
ya no hay decepción.
Se empieza por perder la ilusión,
luego la magia y la visión,
y finalmente, la esperanza,
hasta que ya no queda nada.
Sólo recuerdos y mentiras
de cuando te levantabas de madrugada
y bajabas al salón para abrir los enormes regalos
bajo el árbol de navidad.
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