Todo se estaba derritiendo
en ese lugar.
Charcos grises densos
formándose por la superficie,
trepando hasta las rocas más altas.
No hay olor,
solo viento gris
y suspiros.
Pero no hay nadie allí
Se derrite.
Ya no hay tiempo.
Porque no existe.
Niebla y agua
abundan en ese lugar.
sin color,
sin dolor,
sin una voz.
Inquietantes esos suspiros, única señal de ¿vida? entre tanta desolación, en ese paisaje de ultratumba.
ResponderEliminarEs un buen micro gótico, Patricia.
Besos.
Sí, son suspiros inquietantes.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte por aquí, Miguel.
Un abrazo.